«El sueño que hace soñar, un corazón que transforma los lobos en corderos»

Este año, el Aguinaldo del Rector Mayor nos invita a soñar, pero, ¿qué significa ello?. Al respecto algunas aproximaciones, partiendo de un concepto elemental:  “soñar es ubicarnos entre la realidad y la fantasia”. Por ejemplo Descartes, considerado uno de los padres del racionalismo, antes de concebir su filosofía, primero la “soño” y gracias a ello, se hizo consciente de que el pensar está en relación directa con el soñar. Recordemos a Sigmund Freud, quien a partir de sus propios sueños, genero la pregunta por la constitución de la mente, y concluyó que los sueños, son formas de autoanálisis.  Nietzsche por su parte, identificaba la razón con el sueño, con la posibilidad de fabular el mundo y sus realidades. Para Shopenhauer, el sueño es la manifestación de la voluntad humana, que al no poder realizarse por entero en el mundo real, crea su propio mundo. Para escritores y poetas como Borges, el sueño, en sí mismo, es un género literario, en el que se revelan las profundidades del alma humana. Para Lewis Carrol en su famoso cuento de “Alicia en el país de las maravillas”, el sueño se manifiesta como un portal, hacia otras realidades, que por lejanas que nos parezcan, nos constituyen invisiblemente. En síntesis, soñar, es una operación mental que suele manifestar un “enigma” que generalmente juega con las nociones de “tiempo y espacio”, y por lo mismo, el tiempo que constituye verdades, también tiene la potencia de desocultarlas, al igual que el “sueño”. El sueño entonces, seria el deseo de emprender un viaje, de descubrimiento, de confrontación con el pasado y sus memorias, de resignificación de los presentes que se consumen en el ahora, y de proyecciones del futuro, en las que, como viajeros del tiempo nos anticipamos a sus devenires.

Soñar en clave salesiana, implica entonces, ubicarnos entre la realidad del colegio que tenemos y la fantasia del colegio que queremos construir. Es una travesía que nos interpela cotidianamente, en la que se debaten la tradición y el azar de lo que vendrá. La ruta de viaje, la intentamos planear y concebir, la figuramos en imágenes e imaginarios que conectan lo actual con el horizonte futuro; en este camino, seguimos las huellas de ilustres salesianos, pero nos atrevemos a dar nuevos pasos, a crear nuevos rumbos, pues el dinamismo y vertigo de la educación, de la vida juvenil, de los avances tecnológicos, asi lo piden.